13 de noviembre de 2015
A propósito de los 10 años de existencia del Sello Ambiental Colombiano (SAC) ¿Cuál ha sido su alcance en mercado colombiano?
Diego Felipe Contreras Pantoja
Monitor del Departamento de Derecho del Medio Ambiente
Para asombro de muchos y para el descontento de otros, desde de su creación en el 2005 por la Resolución 1555 la etiqueta ecológica distintiva de las buenas prácticas de sostenibilidad económica relacionada con el medio ambiente ha tenido un desafortunado impacto en los diferentes sectores empresariales, pues ante su no obligatoriedad pocas compañías se han dispuesto a obtener el sello que reconoce que sus productos son amigables con el ambiente y cumplen con las normas ambientales, permitiendo que los consumidores puedan elegir si adquiere o no el producto al ver esta herramienta educativa e informativa. Sin embargo, en la práctica se ponen en duda los efectos reales que tiene esta figura al no ser una exigencia sino una facultad que cada empresa adopta según su criterio.
Como consecuencia de lo anterior, Colombia a pesar de haber sido uno de los primeros en adoptar un esquema de eco-etiquetado a nivel latinoamericano no ha mostrado grandes resultados como en otros países porque si bien “se han se han reconocido 10 categorías de productos (detergentes, aceites para motor, sanitarios y establecimientos de alojamiento, entre otros), en la práctica solo ha funcionado el sello de hostelería (para 2014 había 93 hoteles certificados). En los demás 9 campos solo una empresa ha certificado el cumplimiento de la norma técnica de tableros y celdas para alojar equipos eléctricos y electrónicos; resultados ínfimos, explicables a la vista de nuestra realidad, en la que el pequeño colibrí verde es un completo desconocido.”[1] Lo que nos permite afirmar que el desconocimiento de esta figura y la no exigibilidad de portar este sello traen consigo que el SAC carezca de una acogida por parte de los agentes económicos en el mercado.
De manera comparativa con otros lugares del mundo como “en Canadá, 12 años después de creado su sello, había 122 categorías de productos y más de 2000 bienes que lo portaban; en Alemania, para la misma época, 22 años después de la introducción del Blaue Engel había 86 categorías de productos y más de 4000 bienes certificados”[2]. Por lo tanto, se puede deducir que el alcance de la figura en Colombia no tiene un efecto claro sobre la influencia que la etiqueta representa para los consumidores a la hora de comprar sus productos, lo que en fondo nos lleva a preguntar: ¿Acaso el impacto que tendría el SAC al ser obligatorio mostraría resultados más efectivos y positivos para el medio ambiente? ¿Porque considerar el SAC una herramienta facultativa y no obligatoria? ¿Si los efectos del SAC han sido pocos realmente cual es la diferencia con tener o no una etiqueta que representa si el productor es amigable con el medio ambiente?
[1] SANTAELLA QUINTERO, Héctor. Diez años del Sello Ambiental Colombiano y el Colibrí verde no vuela. En: El Tiempo [En línea]. (4 de noviembre de 2015). Disponible en: << http://app.eltiempo.com/estilo-de-vida/ciencia/diez-anos-del-sello-ambiental-colombiano-y-el-colibri-verde-no-vuela/16421568 >> [Citado el 8 de noviembre de 2015].
[2] Ibid. Otras referencias sobre el tema. NULLVALUE. Qué es el sello ambiental y como se obtiene. En: Portafolio.co [En línea]. (22 de febrero de 2006). Disponible en: << http://www.portafolio.co/archivo/documento/MAM-1926129 >> [Citado el 9 de noviembre de 2015]; MINISTERIO DE AMBIENTE Y DESARROLLO SOSTENIBLE. Sello Ambiental Colombiano. En: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible [En línea]. Disponible en: << https://www.minambiente.gov.co/index.php/component/content/article?id=366:plantilla-asuntos-ambientales-y-sectorial-y-urbana-19#etapas-del-sac >> [Citado el 9 de noviembre de 2015].