4 de junio de 2024
Reflexiones sobre el papel del sector extractivo para la transición energética en Colombia
El papel del sector extractivo de recursos naturales no renovables en la transición energética es fundamental, pues industrias como los hidrocarburos y la minería en Colombia generan aportes a la nación a través de impuestos, regalías y dividendos, que apalancarán el financiamiento de las Fuentes no Convencionales de Energía Renovable –FNCER–. De igual manera, el sector extractivo es compatible con la descarbonización y diversificación de la matriz energética, por ejemplo, por la producción de gas natural como energético sostenible aliado de la transición, o por la exploración y producción de minerales críticos o estratégicos para la infraestructura tecnológica de las fuentes de energía limpia.
Por: Jorge Andrés Obando Moreno*
La transición energética ha sido generalmente conceptualizada como un proceso de cambio o transformación, según el cual se busca la disminución gradual de los combustibles fósiles como fuente de energía, y la promoción de las fuentes de energía renovables no convencionales, que disminuya las emisiones de carbono en la producción de energía, con el fin de alcanzar objetivos de mitigación del cambio climático. (Gómez M., 2023)
Para analizar el papel del sector extractivo en el desarrollo de la transición energética en Colombia, se debe partir de las necesidades y retos que presenta su implementación en el marco regulatorio, fiscal y económico del país. De acuerdo con la Agencia Internacional de las Energías Renovables-IRENA (s.f.), el éxito de la transición energética depende en gran medida de una transformación del sector energético mundial para pasar de fuentes fósiles, a fuentes de energía con bajas emisiones de carbono para la segunda mitad de este siglo.
En ese sentido, un aspecto clave de la transición es la introducción de fuentes de energía baja en emisiones, en la matriz energética, que la diversifique y descarbonice. En Colombia, la regulación (ley 1715 de 2014 y ley 2099 de 2021, entre otras normas) ha establecido como eje de la transición energética, la promoción de las Fuentes no Convencionales de Energía-FNCE (nuclear, atómica, hidrógeno azul, et al.) y las Fuentes no Convencionales de Energía Renovables-FNCER (eólica, solar, biomasa, geotérmica, hidrogeno verde, entre otras).
No obstante, la implementación de las FNCER supone un esfuerzo económico importante para el país, así como el desarrollo económico y regulatorio de los mercados energéticos a nivel nacional e internacional, que estimule la inversión y garantice la rentabilidad de las nuevas tecnologías de producción de energía baja en emisiones. Precisamente, según el Foro Económico Mundial (2024) se necesitarían billones de dólares cada año para descarbonizar las economías emergentes con la rapidez suficiente para cumplir los objetivos climáticos. En un país como Colombia, dicha financiación tendrá una fuerte participación de los aportes del sector extractivo, por las siguientes razones:
En primer lugar, el sector extractivo es de aquellos que más aporta a la economía de muchos países de Latinoamérica y el mundo. De manera general, se estima que el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina y el Caribe procede del sector extractivo (BID, 2018). En el caso de Colombia, de acuerdo con el Comité Autónomo de la Regla Fiscal CARF, en el año 2022 la industria del petróleo le aportó $18,16 billones a la Nación solamente en impuestos, lo cual representa el 1,3% del PIB. Para el mismo año, de acuerdo con la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas-ACP, las exportaciones del sector representaron el 40% de las ventas totales al exterior. Y en términos de inversión, la Inversión Extranjera Directa-IED en 2022 tuvo un crecimiento de 57,76% y llegó hasta los US$11.304 millones, según el Banco de la República. (La república, 2023).
Por su parte, Ecopetrol S.A., la empresa más grande de Colombia con participación mayoritariamente estatal y que produce alrededor del 60% de la producción de hidrocarburos en el país, en 2022 le entregó a la Nación 42,4 billones de pesos a través de dividendos, regalías e impuestos, lo cual equivale al 11% del Presupuesto General de la Nación, suma que en 2023 ascendió a los 58 billones de pesos (Ecopetrol, 2024).
El sector minero no se queda atrás, pues la Asociación Colombiana de Minería indicó que el sector generó aportes por más de $6,13 billones de pesos en materia de regalías durante el año 2022. Además, las exportaciones mineras representan más del 50% del total de las exportaciones en algunos países, por ejemplo, Chile y Perú (BID, 2022) y el 25% de las exportaciones en Colombia (ANM, 2021). Adicionalmente, la minería en Colombia atrae el 15% de la inversión extranjera directa y genera 160.000 empleos directos y cerca de 700.000 indirectos (La República, 2022).
De conformidad con lo anterior, es claro que los aportes del sector extractivo tienen un impacto directo y primordial en la financiación del desarrollo de las FNCER que se quieren implementar en el país. De acuerdo con el estudio realizado por López Rueda, et al. (2020), el goverment take de la industria extractiva financiaría las iniciativas de FNCER. Lo anterior ha sido reiterado por el gobierno colombiano, el cual ha manifestado que los ingresos del petróleo y el gas natural serán importantes
para ayudar a financiar la transición energética. (Gobierno de Colombia, 2021). Esto es primordial si se tiene en cuenta que, de acuerdo con estimaciones del economista Mauricio Cárdenas, la transición energética le costaría a Colombia entre el 8 % y el 11 % del PIB anual, lo que equivale a cerca de US$30.000 al año (La República, 2022).
Por otra parte, es importante mencionar la dependencia técnica de la transición energética al sector extractivo, por dos factores: (i) el gas como energético clave de la transición energética, y (ii) los minerales críticos o estratégicos para la transición.
En primer lugar, el gas natural ha sido considerado como el energético aliado de la transición energético, pues, aunque proviene de combustibles fósiles, su producción genera bajas emisiones de CO2 las cuales, a su vez, pueden ser controladas y capturadas para mitigar sus impactos ambientales. Lo anterior es importante, porque al ser una fuente de energía accesible, segura y desarrollada, permite satisfacer la demanda de energía de manera sostenible, mientras se avanza en la implementación de las FNCER, garantizando los principios de justicia, confiabilidad y sostenibilidad de la transición energética. (NATURGAS, 2023)
En este punto, es importante resaltar las actividades de exploración de gas natural offshore desarrolladas por Ecopetrol, las cuales buscan incrementar las reservas de gas de Colombia, de cara a la demanda del energético frente a los objetivos nacionales de transición energética. (Estrategia 2040, Ecopetrol S.A.)
En segundo lugar, la implementación de fuentes de energía limpias requiere la construcción e instalación de su infraestructura, que, según Moreno Castillo y Garzón Albornoz (2022), demanda más minerales que las fuentes de generación fósil. Estos minerales se han denominado como minerales críticos o estratégicos para la transición.
En Colombia, la Agencia Nacional de Minería-ANM en marzo de 2023 elaboró un informe de lineamientos para el establecimiento de minerales estratégicos, y posteriormente expidió la resolución 1006 del 30 de noviembre de 2023, en la cual se identificaron los minerales estratégicos cuya exploración y explotación se fomentaría para avanzar en la transición, entre los cuales se encuentran los siguientes: Oro, Esmeralda, Níquel, Cobre, Hierro, Roca Fosfórica, Arenas Silíceas, Plata, Platino, Magnesio, Aluminio, Potasio, Zinc, y Cromo.
De manera que, a través de estos dos escenarios, es evidente cómo los hidrocarburos y la minería figuran como sectores claves e imprescindibles en el desarrollo, financiación, y promoción de las FNCER para la implementación de la transición energética. No obstante, para que el aporte del sector sea coherente con los objetivos de descarbonización del país, las industrias extractivas deben avanzar en la promoción y aplicación de medidas de reducción de emisiones de CO2, proyectos de fuentes no convencionales de energía y eficiencia energética, así como la prevención y mitigación de impactos ambientales a través de los instrumentos ambientales establecidos en el ordenamiento jurídico para tal fin.
Así las cosas, se observa cómo el sector extractivo en Colombia no es incompatible con los objetivos de descarbonización y transición energética que ha asumido el Estado colombiano a través de instrumentos nacionales e internacionales como la Contribución Nacional Determinada-NDC en cumplimiento del Acuerdo de París. Por el contrario, el sector extractivo apalancará el financiamiento y la inversión en las FNCER a través del goverment take y demás contribuciones a la nación, a la vez que suplirá la demanda de energía nacional a través de energéticos sostenibles como el gas natural, y suministrará las materias primas estratégicas para la infraestructura de fuentes de energías renovables. Todo esto, mientras se desarrollan los mercados y la regulación que permita que las fuentes no convencionales de energía limpia sean rentables, accesibles, confiables y seguras.
Bibliografía
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Nota: Las posiciones presentadas en esta nota obedecen a posiciones personales y académicas, que no representan ni comprometen la posición de las entidades en las cuales el autor ejerce sus funciones como trabajador, estudiante o investigador.
*: Abogado de la Universidad Externado de Colombia, estudiante de la especialización en derecho minero energético, y miembro del Observatorio de Derecho Ambiental y de Tierras de la misma casa de estudios. Abogado en la Vicepresidencia Jurídica de Ecopetrol S.A. correo: Jorge.obando@est.uexternado.edu.co.
Imagen: tomada de https://pixabay.com/es/photos/amanecer-molinos-de-viento-molinetes-7674594/
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